Imagina haber lanzado al cosmos dos máquinas diseñadas por el ser humano, dispuestas a desvelar los secretos del universo y, más de 47 años después, siguen transmitiendo valiosa información sobre lo desconocido. Este es el asombroso legado de las sondas Voyager 1 y 2, verdaderos hitos tecnológicos que nos han sorprendido y continúan haciéndolo a medida que navegan por los confines del espacio. Aunque la NASA ha decidido desactivar algunos de sus instrumentos para asegurar que sigan operativas el mayor tiempo posible, su historia todavía tiene mucho que contar.
Nueva Estrategia para la Sostenibilidad Energética
El 25 de febrero, la NASA tomó una de esas decisiones críticas al apagar el experimento del subsistema de rayos cósmicos de la Voyager 1. Este sofisticado instrumento, que incluye tres telescopios diseñados para capturar y analizar el flujo y la energía de los rayos cósmicos, ahora se encuentra en pausa, una decisión crucial para preservar su energía en un contexto donde cada vatio cuenta.
Por su parte, la Voyager 2 no se queda atrás. El 24 de marzo, se procederá a desactivar su instrumento de partículas cargadas de baja energía. Esta pieza clave, que combina un telescopio de partículas de baja energía y un analizador de partículas magnetosféricas, también encontrará descanso, todo parte de un plan estratégico que la NASA ha elaborado en pos de mantener estas emisarias del espacio operativo por más tiempo.
Camino al Futuro: Prolongando el Legado
Para 2026, la NASA planea continuar en esta línea, pero con una vuelta forward. El próximo año, dará la vuelta a la situación y apagará el instrumento de partículas cargadas de baja energía de la Voyager 1 y el subsistema de rayos cósmicos de la Voyager 2. Este juego de estrategia se realiza con un único objetivo: reducir el gasto energético de ambas sondas y permitir que continuen operando al menos hasta principios de la próxima década.
Es fundamental entender que desactivar estos instrumentos no es algo nuevo para las Voyager. Desde que concluyeron sus misiones de exploración planetaria en los años 80, la NASA ha aplicado este enfoque de forma habitual. Cada componente que se desactiva reduce el consumo energético, esencial ya que ambas sondas están perdiendo aproximadamente 4 vatios de energía anualmente.
Perspectivas del Futuro: Más Allá de 2030
Las proyecciones anteriores eran alarmantes: para 2030, se prevía que las sondas ya no tendrían suficiente energía para seguir activas. Sin embargo, el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) ha brindado una luz de esperanza. Con el apagado de los instrumentos programados para 2026, se espera que las Voyager puedan enfrentar la década de 2030 con al menos un equipamiento operativo en funcionamiento.
Desde ese punto en adelante, la Voyager 1 podrá continuar con su subsistema de ondas de plasma y magnetómetro, mientras que la Voyager 2 seguirá analizando el entorno interestelar con sus equipos de ondas de plasma y campos magnéticos. A pesar de técnicamente estar diseñadas para misiones cortas, estas sondas han superado todas las expectativas y se acercan a cinco décadas de exploración.
Un Viaje Épico en el Cosmos
Las Voyager 1 y 2 son nada menos que los únicos objetos de origen humano que han cruzado el ámbito del espacio interestelar. Actualmente, se encuentran a más de 25,000 millones y 18,000 millones de kilómetros de la Tierra, respectivamente. Y, a pesar de los desafíos técnicos que han enfrentado en el camino, la NASA ha logrado mantener activas estas magníficas sondas, con la esperanza de que permanezcan dentro del alcance de la Red del Espacio Profundo hasta 2036.
Así que, mientras observamos cómo la humanidad se adentra en el abismo del espacio, recordemos que las Voyager 1 y 2 seguirán enviándonos mensajes desde la eternidad, testigos silenciosos de la ambición humana por explorar lo desconocido. Y tú, ¿cuál crees que es el próximo hito que estas sondas alcanzarán en su viaje sin fin?